Antes de dormir me gusta pensar
que cuando lo hago, Dios está ahí a mi
lado. Como cuando era una niña y me "despertaba" porque podía sentir que mi papá me estaba
acariciando el rostro o el pelo. Pero no abría los ojos para que no dejara de
hacerlo, ya que podía sentir como me
miraba. Con esos ojos de amor, que a pesar de que me portara mal y muchas veces
lo hiciera enojar el aún me miraba con
esos mismos ojos, Me hacía sentir su amor y su cuidado. Podía sentir que podía
dormir tranquila que todo estaba tan seguro. No se si era porque era niña o
porque era demasiado miedosa je, pero siempre creí (hasta determinada edad) que
mis padres no dormían para cuidar que no entre nadie a nuestra casa. Siempre
creí que solo cerraban sus ojos y nada más.
Esa seguridad me la da hoy
Dios, el pensar que el verdaderamente no
duerme porque es Dios y porque no lo necesita. Que siempre está ahí
observándonos con sus ojos eternos de amor y misericordia. Siempre cuidándonos
que no nos suceda nada que no esté en sus planes.
A pesar de que muchas
veces le fallamos y nos portamos mal El está
ahí disponible para nosotros.
“Jehová
se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado;
por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jeremías 31:3).
Me apasiona el saber que cuando
descanso sus dulces manos me acarician y sus ojos me llenan y demuestran su
amor.
Me gusta pensar que cuando
duermo el está ahí a mi lado “sentado” cuidándome.
Esa seguridad es tan bella,
porque hoy que soy madre puedo entender cómo se preocupa un padre por un
hijo…
Hoy puedo llegar a entender mínima mente el amor de Dios hacia mí y hacia
ti. Que el resultado de ese gran amor fue entregar a su único hijo por amor.
Salmo 91:1-16. No hay nada que nos pueda
pasar, vamos a estar siempre de pie porque el
Señor siempre nos protegerá.
EN EL ESTAMOS SEGUROS.
SU AMOR, DULCE AMOR NO TIENE
FIN.
Gracias por tomarte el tiempo
de leer mi primer post.
Que Dios bendiga tu vida y la
de tu familia.
Daniela.